Hoy, llegó a mi mente un bello recuerdo al ver coser a unos niños de 2do de secundaria. Un ser inanimado a quien con mi fantasía de niña hizo cobrar vida: mi muñeca de trapo: Paola. Querido y único juguete que recuerdo de mi niñez. La graciosa muñeca me la cosió mi tía, cuando yo tenía 8 años. Mediana, con grandes ojos expresivos, bordados con hilos y unas trenzas negras de lana. Era mi juguete preferido. El único por esos tiempos. Pero aquella muñeca era única. Su alma de trapo hablaba con la mía y juntas jugábamos horas y horas sin cansarnos. Cuántas veces hablaba en voz alta con ella, manteniendo una conversación como si se tratase de otra niña como yo. En realidad, así la consideraba. Si yo me sentía contenta, la muñeca también lo estaba. Si algo me hacía gracia, ella reía conmigo. Y si, por cualquier motivo, ese día no era muy feliz, mi muñeca parecía entristecerse también y permanecía quieta sentada en la cama.
Le hacía infinidad de vestiditos y demás adornos, la cambiaba de peinado, le cantaba para que se durmiese. Y cuando ya pensaba que estaba dormida, la acostaba y la guardaba, y me despedía de ella hasta el día siguiente.
No recuerdo el día en que desapareció físicamente de mi vida, porque en mis recuerdos siempre esta presente. Era un tesoro demasiado grande que acompañó mi niñez.
Hoy, que han pasado tantos años, sucedido tantas cosas y perdido a tantos seres queridos, pero cierro los ojos y la recuerdo con sus lindas trenzas negras y su vestido azul y vichi rojo. Es como si el pasado feliz retornase de pronto. ¡Cuántas horas de compañía y felicidad me dio!
Así que uno de estos diás recordé la bonita experiencia que tuve y programé con mis alumnos la elaboración de una muñeca o muñeco de trapo. Aquí los maravillosos resultados de ese proyecto y espero que alguna de ellas también sea tan recordada como Paola.
Le hacía infinidad de vestiditos y demás adornos, la cambiaba de peinado, le cantaba para que se durmiese. Y cuando ya pensaba que estaba dormida, la acostaba y la guardaba, y me despedía de ella hasta el día siguiente.
No recuerdo el día en que desapareció físicamente de mi vida, porque en mis recuerdos siempre esta presente. Era un tesoro demasiado grande que acompañó mi niñez.
Hoy, que han pasado tantos años, sucedido tantas cosas y perdido a tantos seres queridos, pero cierro los ojos y la recuerdo con sus lindas trenzas negras y su vestido azul y vichi rojo. Es como si el pasado feliz retornase de pronto. ¡Cuántas horas de compañía y felicidad me dio!
Así que uno de estos diás recordé la bonita experiencia que tuve y programé con mis alumnos la elaboración de una muñeca o muñeco de trapo. Aquí los maravillosos resultados de ese proyecto y espero que alguna de ellas también sea tan recordada como Paola.
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